domingo, 30 de octubre de 2011

Aburrido

[Final]
Transcurren los días en este confinamiento mientras me acompaña esa horrible sensación de frustración que me ha acompañado desde que noté lo rápido que pasa la vida. Cada noche que no puedo dormir solo pienso en cada vez que pude haber dicho que si o que no y no lo dije y eso es un recuerdo permanente y doloroso de porque me siento que he desperdiciado una gran parte de mi vida y que lo más interesante que me ha pasado solo ha sido un sueño. Si, esto suena patético y miserable pero así es. Incluso ahora que estoy en esta situación en la que parece haber peligro y acción por doquier yo estoy aquí. Sé que es idiota pretender algo como eso, pues se que si fuera perseguida, también mi familia lo sería. Pero no hacer nada  por remediar esta situación es como estar de acuerdo con ella y me parece que nadie de mi familia lo está.
Nunca he culpado al gobierno por la situación del país porque pienso que ningún gobierno podría funcionar sin la cooperación de los ciudadanos. Tal vez pienso así porque nunca he carecido de nada esencial para mi subsistencia, incluso ahora.  Pero suponer que ese pensamiento aplica a este caso no tiene ningún sentido porque obedecer leyes tan ridículas solo podría conducirnos a la destrucción.
Salgo poco a la calle, pero sé que está llena de cadáveres y ladrones. Si alguien me hubiera dicho algo como esto hace algunos meses hubiera pensado que estaba loco, pero he salido, lo he visto, es la verdad y no me gustó. Canjearía toda esta masacre por mi vida aburrida en la que nunca pasaba nada. Preferiría seguir estudiando, trabajar, ayudar a mi familia y todas esas cosas que hace la gente normal. Aunque en un pasado me hubiera parecido un ideal estúpido y gastado, ahora era todo lo que quería y no podía tenerlo.
Debo irme a dormir. Qué aburrido.

domingo, 23 de octubre de 2011

Encierro


[Final]
Cuatro semanas desde que empezó esto y ya siento la misma repugnancia que siento después de haber hecho tanto por nada. Qué podría ser peor que esto. No recuerdo la última vez que vi a mis amigos, o la última vez que salí de estas cuatro paredes que cada vez me resultan más estrechas. Casi preferiría estar afuera peleando con los rebeldes sin nombre. No recuerdo la última vez que ansié algo así, con tanta desesperación.
Hace algunos meses me aterraba tanto salir sabiendo que estaba tan sola y que no importaba cuanto caminara no encontraría a nadie que cambiara esa situación. Pero ahora no importa si estoy sola o no. Quiero salir a donde sea.
Por fin me he decidido. Mi destino es el parque. Algo deslavado por la lluvia y la gente se ha robado las piezas del gimnasio al aire libre para venderlas en los fierros viejos, pero no me importa. A mí llegada solo he encontrado militares por doquier, muy poca gente, polvo y algunos cadáveres de perros, humanos y lo que encuentren los militares para entretenerse practicando su puntería.
Pudo haberme asustado, pero estar encerrada en mi casa es igual que estar muerta en vida.  Ver cadáveres podría haberme horrorizado
 , pero se ha vuelto tan común que he perdido la capacidad de impresión.
No me pude quedar mucho tiempo porque ya iban a dar las ocho.
 Al regresar a la casa. Por fin esa noticia que todos habían estado esperando. Hoy después de todas estas semanas de silencio Hernández Zuloaga por fin ha explicado el porqué de sus leyes. Según él, sus leyes tienen el propósito de mejorar la raza mexicana con el fin de hacernos más resistentes a las enfermedades y  los cambios climáticos. Además argumentó que esto ahorraría todos los gastos destinados a la salud y la seguridad. Y de ese modo justifica el haber matado a todos esos discapacitados, indigentes, drogadictos y delincuentes por igual.
Si no fuera porque ha afectado a muchas personas con estas leyes, nos hubiéramos reído de todas estas tonterías. Si de verdad quisiera acabar con los problemas del país debería empezar por eliminarse así mismo. Así si haría una gran diferencia.

sábado, 15 de octubre de 2011

Queremos ir a la escuela

[Final]
Qué bien. Fui a la escuela como siempre, y como siempre, fue aburrido. Los maestros ya no lucen como antes cuando parecían verdaderas figuras de autoridad y se paraban frente al grupo completamente seguros de su conocimiento. Ahora ya solo van al aula, se sientan en su escritorio y nos dejan ejercicios, lecturas o resúmenes para mantenernos callados.
No era esta mi idea de la universidad. Pero no es culpa de los maestros, sino de esos corpulentos soldados que se encuentran en una cabina escuchando cada palabra que sale de sus bocas, esperando a que digan algo prohibido para  darles su correspondiente escarmiento. 
En los pasillos se escuchan cada vez menos risas y en la lista del profesor se ven cada ves más efes rojas; ya no tengo que dejar pasar cinco camiones antes de subirme porque ya no se llenan hasta reventar.
 La gente huye a otros países. Solo los que pueden pagar porque los vuelos han aumentado al doble de su precio. Este año mi primo Carlos no podrá venir a México y es una pena, porque tampoco en Estados Unidos esta fácil la situación para los que parecen migrantes aunque no lo sean. Las leyes anti migrantes han hecho que algunos grupos se sientan con el derecho de atacar física y verbalmente a cualquiera que parezca de México o cualquier país del centro y el sur de América.
Volviendo a México. Ya no estamos a salvo ni de los perros, porque probaron la sangre y la carne de los cadáveres que los soldados dejaron a su paso y eso los ha vuelto muy agresivos. Las calles se han infestado de fauna nociva, la ciudad luce como un basurero; los comercios son saqueados por aquellos que piensan que al haber perdido todo están en libertad de quitarle a alguien más.
Mis padres ya no quieren que asista a la escuela, dicen que puede ser peligroso y que no estoy aprendiendo nada. Esta vez su histeria está bien justificada, pues los vecinos chismosos han enterado a mi mamá de todos los crímenes que se cometen alrededor del terreno.
Ahora ya no puedo salir a la calle sin compañía. Además a las 8 hay toque de queda, cualquiera que salga después de esta hora es arrestado por conspiración. Prácticamente me encuentro encerrada en mi casa. Cuando vamos de compras, vamos todos en la camioneta con todas las armas que podamos reunir. Ni siquiera se conducir y ya aprendí a disparar un arma.
Me voy, tengo que verificar que este puesto el seguro de el arma que guardo bajo la almohada antes de irme a dormir.


sábado, 8 de octubre de 2011

¿Quién quiere vivir en México?

[Final]
Parece que he sobrevivido unas semanas más. Creo que me he portado bien. Pero mientras yo estoy aquí preguntándome que tiene de bueno estar viva en esta situación, otros miles padecen por el desempleo que ha generado esa "A", y los que ya no pueden con el hambre y la culpa, se suicidan. Increible ver cuántas personas se quitan la vida. En otro momento hubiera pensado que estaban en un error, pero no se sabe cuánto va a durar esta situación y muchos no quieren enterarse.
¡Qué dilema!, ¿Vivir o morir?, ¿Qué es más conveniente? Pienso: para qué molestarse en quitarse la vida. Si de todos modos promulgaran alguna ley absurda  que haga que vengan por mi y por mi familia. ¿De qué nos podrían acusar?, quién sabe, cualquier razón es buena.
Parce que al final no quedará ningún pobre diablo que gobernar. No tiene ningún sentido hacer censos si muere más gente en un minuto de la que nace en una hora.
Todo esto parece pesimista. Aunque podría no ser tan fatal el desenlace. Se rumora en las calles que un grupo de individuos marginados planea un golpe tan grande contra Hernández Zuloaga que acabe poniendo fin a todo su reinado de horror. Este grupo se oculta en el sistema de alcantarillado, parece que es uno de los pocos lugares en los que no pusieron soldados.
No sé si se pueda esperar algo de ellos, no tienen muchas armas, ni muchos reclutas, ni siquiera un nombre. Pero es mejor morir peleando que seguir siendo sometidos.
La última medida arbitraria que tomaron si nos afectó; Están quitando terrenos en desuso y con poca población, y el terreno en donde vivimos no está muy poblado. Hemos tenido que poblarlo con gente que vive en las calles para que se llene. Suerte que los encontramos antes que se los llevaran a matar. Les hemos dado ropa y comida para que den un mejor aspecto y los acomodamos en esa construcción sin terminar a lado de la casa.
Es raro ver tanta gente en el terreno, pero es mejor que ser echados de la tierra que nos ha pertenecido por más de 100 años, además mi abuelo ya consiguió trabajadores para que le ayuden a sembrar. Todo lo que sobra de las cosechas se los damos como paga y así nos conviene a todos.
He terminado por hoy.