domingo, 20 de noviembre de 2011

Lo inevitable


[Final]

Este año he hecho más de lo que hice en toda mi vida. Aun no puedo creer que haya pasado tanto tiempo y que me he transformado en algo tan diferente. Uno de mis más grandes miedos se cumplió. Estoy al mando de un grupo numeroso de soldados y esto me tiene más nerviosa de lo común. El solo hecho de imaginar que la vida de tantas personas es mi responsabilidad es algo que solo pude visualizar en mis peores pesadillas. No tengo más opción, pues al meterme en las coladeras y aceptar unirme a este movimiento, acepté todo lo que esto implicaba.

La guerra que definirá el curso de nuestras vidas está por comenzar. Lo único que me da fuerza es que mi familia sigue con vida, o eso es lo que me dijo el informante. Las últimas dos semanas no he hecho más que afinar los detalles para que todo salga bien. Otro de mis temores es que me guste demasiado ver a mi enemigo tirado en el piso sin vida y que ya no pueda parar de matar. Quiero recuperar mi vida una vez que termine esto, pero si me convierto en una asesina a sangre fría, prefiero morir para no hacerle daño a nadie que me importe.

 Hasta ahora, todo nuestro progreso ha sido silencioso. Hemos ganado aliados del ejército de Hernández Zuloaga. Hoy 15 de diciembre de 2012, es el día de salir a la superficie y pelear por todo aquello que nos fue arrebatado. Estamos dispuestos a ganar o morir.

Hemos avanzado hasta el centro histórico de la Ciudad de México y estamos por llegar al palacio nacional, que es la residencia actual de Hernández Zuloaga. Logramos vencer a los primeros que nos hicieron frente con gran facilidad. Ante el temor de que fuera una emboscada fingimos que nos retirábamos y atacamos por detrás al siguiente grupo. Logramos echar abajo todos sus intentos por defenderse. Hernández Zuloaga estaba tan convencido de que nadie se atrevería a desafiarlo gracias a su política de represión, y es por eso que no se preocupó por tener un ejército bien entrenado y además insobornable. Llegamos al fin a su refugio y lo tomamos como prisionero.

Después de semanas de combate contra las fuerzas de Hernández Zuloaga, acabamos con el perro, y aunque no sabemos si acabamos por completo con la rabia, hemos celebrado juntos nuestro triunfo y después de sepultar a los compañeros caídos y a los del otro bando, hemos emprendido el viaje de regreso a nuestras casas, es decir, los que cuentan con una. Los demás comenzarán una vida nueva, ahora que ya se puede.

Pese a que la baja en la población había provocado que aceptaran en las universidades a cualquiera que tuviera un certificado del bachillerato, decidí regresar a la UAM-A y empezar desde el principio. Tengo nuevos maestros porque muchos murieron en la lucha o huyeron de país. Aún vivo con mi familia en el terreno. Nuestra libertad no fue nada barata, y es por eso que debemos hacer hasta lo imposible para conservarla. En los últimos meses he visto morir a personas que amaban más su vida que yo, y sin embargo la dieron por la libertad. Así que he decidido ser feliz y dejar mi pasado en el archivo muerto.



domingo, 13 de noviembre de 2011

Una buena razón


[Final]
Necesito fuerza para seguir con este descabellado plan, pero la verdad es que todo me da miedo. He limpiado mi habitación y le he dado un trago a la botella de tequila sobre la mesa para poder dormir. Sonó la alarma a las 4:30 y me levanté sin ningún esfuerzo. Tomé la ropa qué dejé sobre la cama, me vestí y salí sin hacer ruido. Después de esperar un rato en la esquina, por fin encontré un camión y lo abordé.

Solo puedo pensar en los peores resultados para lo que estoy a punto de hacer. Espero que cuando llegue a mi destino olvide todos mis pensamientos negativos y solo piense en un buen final para esta aventura, si es que vivo lo suficiente para escribirlo. Si no, espero que si alguien lo lee imagine alguno bueno en el que todo esto termine y México vuelva a la normalidad o que mejore. No he idealizado a ningún político como el salvador del pueblo, pero veo esta pesadilla como una lección que todos debemos aprender. Esto pudo haber sido evitado si nuestros funcionarios no hubieran aceptado sobornos tan prometedores que terminaron en la muerte de cada uno de ellos y la huida de nuestro presidente. Quisiera creer que si esto termina, cambiará la forma de pensar y gobernar de nuestros políticos.

He llegado a Indios Verdes. Caminé dudando de cada paso que daba hasta llegar a un lugar repugnate en el que fui sorprendida por unos individuos de mal aspecto que me llevaron con ellos. Me hicieron toda clase de preguntas, y cuando vieron que no era un soldado me preguntaron si quería unirme a la lucha. Acepté, y de inmediato me raparon, me mostraron mi dormitorio y después fuimos a un salón lleno de armas donde me dieron mis primeras lecciones de cómo resistir la tortura y engañar al polígrafo.

Llevo una semana aquí bajo las coladeras. He conocido a los miembros del grupo. Son personas que tenían una vida, hasta que cicatrices en forma de A se las quitaron. Conocí también a algunas personas que estuvieron en los centros de regeneración social. Me explicaron que son drogados e hipnotizados para quebrar su voluntad y finalmente hacer que obedezcan las leyes.

Me doy cuenta que no tengo mucho en común con ellos. Yo no he perdido a nadie que me importe ni he sido torturada ni marcada. Parece que mis razones son un tanto egoístas en comparación con las de los demás.


domingo, 6 de noviembre de 2011

Tiempo



[Final]
He perdido por completo la noción del tiempo que he pasado aquí. No sin hacer nada, porque he estado ayudando con las cosechas. Pero parece que la escuela era lo que regía mi vida, pues ahora no recuerdo en qué día vivo, ni en qué año. Si alguien me dijera que seguimos en el año 2000, le creería.
Quisiera poder hacer algo para remediar la situación, pero solo soy una persona común que ha buscado su lugar en este mundo sin encontrarlo. No puedo unirme a los rebeldes sin nombre porque sé que mi hermano tiene la tendencia suicida de imitar todas mis acciones y esta sería la peor o la mejor. Por otro lado, no he hecho nada de mi vida y puesto que esta podría no durar mucho, me gustaría morir haciendo algo por alguien que no sea yo.
Creo que lo haré. Entraré a las coladeras y me uniré a los rebeldes sin nombre. ¿Qué es lo peor que me podría pasar? Pienso que si le dejo una nota a mi hermano diciéndole que este es el momento para dejar de repetir mis errores y que alguien tiene que cuidar de nuestros padres, él entenderá. Tiene 17 años, prácticamente es un  hombre y confío en que sabrá qué hacer.
He tomado una mochila y he puesto cosas que podría necesitar. Aunque nunca he estado en una coladera y la única conspiración que he planeado acabó con mi salud emocional, nunca es tarde para volver a intentarlo.
Saldré mañana en la mañana y tomaré el primer camión que me lleve  a Indios Verdes. Tengo entendido que la entrada a su refugio está en el metro. Muero de miedo, pero he visto como ha pasado el tiempo y sé que no se detendrá para que me ponga a pensar. Tal vez esta sea otra de esas cosas en las que me  metí sin saber bien a qué me estoy enfrentando, pero en esta ocasión prefiero ser la persona más tonta del mundo para realizar esta misión suicida sin temor a morir.